martes, 18 de marzo de 2008

Carencia afectiva. Estabilidad emocional

SINDROME DE LA CARENCIA AFECTIVA

La carencia afectiva familiar durante los primeros años de vida es el principal factor que desencadena este síndrome. La carencia afectiva señala la situación en que se encuentra un niño que ha sufrido o sufre la privación de la relación, principalmente con su madre, y que padece el déficit de atención afectiva necesaria en la edad temprana.

La carencia afectiva o las alteraciones por carencia relacional se refieren a aquellas situaciones en que la maduración de la personalidad del niño se interfiere por la falta grave de estimulación afectiva. En el ser humano no existe la posibilidad de una maduración correcta sin el calor afectivo del amor. Aunque, en cualquier circunstancia, cualquier persona puede sentir no haber amado lo suficiente o no haber sido amado de forma adecuada, la ausencia grave de estimulación afectiva durante la infancia por parte de los adultos, que juegan un rol relacional afectivo importante, provoca la aparición de trastornos, no tan solo de la maduración, sino también síntomas clínicos que se expresan en trastornos somáticos, afectivos y conductuales.

La falta de afecto maternal se caracteriza por producir en el niño un estado psicológico de avidez afectiva y miedo de perdida o de ser abandonado, tanto si ha padecido en la realidad una privación afectiva de la madre o como si lo ha sentido como tal. Es tal la necesidad de recibir una señal de afecto que permanece en un cierto estado de búsqueda afectiva, de necesidad de saturación, que se manifiesta por una actitud de reasegurarse de la existencia permanente del afecto del otro y así sentirse seguro.

La carencia afectiva es un mal que afecta a todas las edades, culturas y clases sociales. La evolución de las personas que manifiestan este síndrome depende en gran medida de la situación social en la que se desarrollen, pudiendo establecer unos patrones que definan el comportamiento de estas personas desde su infancia a la edad adulta.

- En la primera infancia: son niños que lloran para llamar la atención, sonríen poco y son más propensos a contraer enfermedades infecciosas. En esta etapa suelen aparecer problemas digestivos (estreñimientos, disfagias motoras y hernias de hiato son los más frecuentes), aunque pueden llegar a remitir con el crecimiento.

- En la edad preescolar y escolar: el niño presenta trastornos del lenguaje, y otros retardos importantes: problemas de elocución, pobreza de vocabulario, dificultades gramaticales y sintácticas (verbalización). En el plano lógico-matemático suelen presentar buen comportamiento.

- En la edad escolar: muchos niños presentan trastornos de aprendizaje: el CI se sitúa, a menudo, en un nivel de inteligencia limite o de debilidad ligera (CI entre 65 y 95), pero no porque el niño no sea inteligente, sino porque no consigue centrarse al hacer las pruebas (mentalización). Estos niños tienen frecuentes fracasos escolares y su grado de autoestima comienza a caer. Sentimientos de desvalorización o baja autoestima: el niño carencial niega su valía, se considera como un fracasado, se destruye psíquicamente, se desprecia a si mismo; se complace en el masoquismo de considerarse desgraciado, es una forma de culpabilizar a la madre o padre de su falta de afecto. Su autoestima es baja: el niño duda de si mismo en cuanto a despertar afecto o simpatía (nadie me quiere; no soy amable, lo que me ocurra no le preocupa a nadie), por lo que tiene una importante inseguridad: sentimiento obsesivo de exclusión, de no estar en ningún lugar , de molestar o estar de mas.

- Entre la edad escolar y la preadolescencia: el sujeto presenta trastornos del comportamiento, actitudes de inhibición, de retraimiento, actitudes de oposición y de rebeldía, aunque relativamente sociables y en ocasiones extrovertidos, sienten miedo a sentirse rechazados en un grupo, por lo que tienden a integrarse a toda costa. De aquí la importancia de las relaciones sociales en esta etapa ya que determinará su conducta futura.

- En la adolescencia: los comportamientos extraños y los actos impulsivos son muy frecuentes (hiperactividad); en cambio los trastornos psicóticos o los comportamientos neuróticos son raros. Son personas fácilmente ilusionables por adolescentes mayores que él o por adultos. Huyen de responsabilidades y son rebeldes con las normas. En esta fase suelen aparecer las primeras adicciones (hipersexualidad, drogadicción, alcoholismo,…) El paso al acto es la única expresión posible de oposición a la verbalización y a la mentalización de la infancia; estos síntomas del estado limite se pueden observar en un deseo por buscar afectividad continuamente en alguien o algo que les aumente la autoestima.

- En la juventud: la pérdida de la capacidad de amar y una importante disminución del amor propio les lleva a estas personas a llenar su vida con acciones hiperactivas o que causan dependencia. Salir de la rutina con desenfreno seria su lema para esta fase. El único momento en que la persona afectada puede sentirse segura y querida se encuentra en su vida sexual. Es un instante tranquilizador, en el que el hombre o la mujer se deja llevar. El riesgo: una vida sexual desproporcionada, incluso incontrolable. En general carecen de sensibilidad y huyen de las expresiones afectivas hacia los demás. Utilizan a las personas como instrumentos para sentirse seguros.

- En la edad adulta: el duelo por la pérdida de la juventud y el prepararse para la madurez, el estrés y la fatiga, la dificultad adaptativa, la inestabilidad en las relaciones personales, los conflictos conyugales y la pobreza de la competencia parental (sentirse malos padres) son los aspectos mas significativos. Aparece la infidelidad emocional, no porque estén insatisfechos con su relación, sino sólo por sentirse todo el tiempo queridos y deseados. El porcentaje de divorcios alcanza el 80%, intentando buscar en todo momento la pareja que le asegure esa estabilidad emocional y que no consiguen encontrar.

La infidelidad emocional

Cuando nuestros pensamientos y sentimientos están yendo más allá..., Cuando sentimos que la compañía de otra persona distinta a nuestra pareja se hace más atractiva, entonces hablamos de la infidelidad emocional.

Es aquella que nos vincula afectivamente con alguien del sexo opuesto, con quien preferimos estar por encima de nuestra pareja... Hablamos de aquellos grandes amigos que vuelven, que terminan por atraer la atención y los pensamientos...

Según el psicólogo Giorgio Agostini, se trata de “una especie de infidelidad platónica, en la cual se siente que el compromiso de comunicación se da con otra persona y no con su pareja”.

A diferencia de la infidelidad sexual, aquí no se llega a la cama o, al menos, no de forma premeditada, es una especie de incomunicación afectivo espiritual, describe. Pero de todas maneras, puede llegar a ser más grave que la infidelidad sexual. Por lo menos así queda de manifiesto en un estudio realizado por dos investigadoras de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina.

El trabajo se basó en una muestra de 446 personas adultas, que tenían entre 30 y 56 años. Los resultados finales no cambiaron mucho respecto de los que se obtuvieron en 60 países, ya que el trabajo de las psicólogas de la UBA formó parte de un estudio internacional que coordina Martín Voracek, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena.

¿Qué le molestaría más: Imaginar a su pareja formando un vínculo emocional profundo con otra persona o que sólo disfrute de una apasionada relación sexual con otro u otra? Ésa fue la pregunta que se efectuó.

Al respecto, el 80 por ciento de las mujeres dijo que se sentirían más molestas si su pareja se involucrase emocionalmente con otra persona, aun cuando no tuviese la oportunidad de interesarse sexualmente. El 56 por ciento de los hombres optó también por esta opción.

La mayoría de los estudios realizados concuerda con lo mismo. Podemos concluir que los seres humanos sabemos que la infidelidad emocional, que deriva muchas veces en pensamientos infieles que reprimimos, puede ser mucho más letal, en especial para el cónyuge que la sufre.

El factor de la carencia afectiva

Si se trata de identificar la razón de por qué una persona comete alguna infidelidad, encontramos que está actuando a raíz de una carencia afectiva y emocional. Y no es algo de un día para otro, sino que se trata de una carencia que se ha estado arrastrando por mucho tiempo.

En esto coinciden distintos expertos, como la psicóloga Catalina Bosch, quien ha explicado que esa situación constituye un “un nicho propicio para cuando llega otra persona que le hace sentir plenamente desde el punto de vista de su autoestima, su ilusión, sus expectativas”. Es decir, otra persona comienza a suplir carencias, generando una relación más estrecha que la que tenemos con nuestra propia pareja.

El asunto puede comenzar a tornarse más complicado, cuando ponemos atención a las palabras de la científica Helen Fisher, autora del libro “¿Por qué amamos?”. Ella explica que “el cerebro humano es capaz de sentir amor por el cónyuge y pasión por otra persona. Por supuesto que son tareas inconscientes, porque es cierto que la gente se enamora sin decidirlo”.

¡Así son las cosas! El sentir una fuerte amistad por un integrante del sexo opuesto, sumado a una carencia afectiva en nuestra relación sentimental, puede terminar por traicionarnos.

INFIDELIDAD DE LA MENTE

Muchas veces a partir del tipo de infidelidad antes mencionada, surge la mental. Aunque no pase de nuestro pensamiento, hay que tener ojo, ya que en el momento en que se está pensando, soñando o deseando mucho a otra persona, es que algo está sucediendo, ya sea con nosotros mismos o con nuestra relación.

La pregunta que cabe entonces es si podríamos otorgarle el mismo grado de gravedad a un hecho que nunca consumamos, pero que mucho deseamos, a uno que definitivamente realizamos. Nos referimos exactamente a la infidelidad mental. ¿Es perjudicial para una relación de pareja?
Podemos señalar como ejemplo, el caso de Internet, que ha dado cuenta de este tipo de infidelidades, que puede que no se concreten más allá, pero en la que se observan verdaderas relaciones establecidas con alguien en otro computador. En este sentido, los expertos coinciden en que uno se puede enamorar por internet, ya que esto no sería otra cosa sino nuestra imaginación desatada, al llenarse de ilusiones.

Lo claro es que cuando ya sucumbimos ante este tipo de acciones, estamos ante un problema muy importante dentro de nuestra relación de pareja que debemos atacar cuanto antes.

Otro es el caso de la pareja armoniosa donde uno de sus miembros tiene cierta carencia afectiva. En general se trata de personas inseguras que tienen necesidad de tener una aventura con otros sobre todo del sexo opuesto. Esas inseguridades personales hacen ver la infidelidad como un logro, mejoran su autoestima circunstancialmente, se ven reconocidos por otro en su atractivo y ello les brinda seguridad.

En ocasiones conflictos personales no resueltos, se hace presente en estas personas mediante la infidelidad. Estas personas no tienen intenciones de romper el matrimonio o pareja sino que sienten la necesidad de tener un momento de relación en paralelo pero manteniendo el matrimonio.

Hay personas que sienten la relación como algo rígido que los encapsula y no les permite movilidad. Para estas personas la infidelidad es una liberación, en el sentido de la ilicitud que representa la infidelidad.

Lo ilícito les resulta atractivo, por ello en el momento mismo que la infidelidad sale a luz, abandonan la relación; ya no le es atractivo. Y sale a la luz porque lo cuentan abiertamente a su pareja, directamente y sin remordimientos.

Las crisis evolutivas son situaciones de duelo, sobre todo las crisis de la adultez, 40 y 50 años. Esta situación conlleva una movilización interna del estado ánimo que tenemos que poder elaborar y superar para vivir con plenitud la etapa de la vida que nos toca. En ocasiones la causa de una infidelidad es la búsqueda en otro que haga recuperar esa juventud perdida. Así el infiel tiene la ilusión de recuperar su atractivo, vuelve a sentirse joven, vital, atractivo. Y esta sensación no parará de buscarla, por lo cual la relación estable con estas personas se hace muy difícil para el cónyuge.

Existe una razón
Para ser infiel se necesita al menos una buena razón, el gusto por lo prohibido, monotonía de una relación, falta de satisfacción emocional en pareja, unos tragos de más, y hasta la misma adrenalina de mantener una relación oculta. Una vez se tenga la razón adecuada no habrá remordimiento que valga cuando el placer del momento encienda la llama.

Inseguridad
La tentación está en todas partes, en el trabajo, la universidad, una exposición, un bar, un café, hasta entre los mismos amigos. La persona infiel es a su vez una carnada fácil, por su inseguridad, por eso va en busca de una persona fija y de confianza, es decir, alguien que esté dispuesto a escucharle sin pedir nada a cambio. Aunque sepa que no puede dejar y tampoco lo quiere, a su familia, no evita sentir algo más por aquella persona que le cambió la vida. Al final es un sufrimiento y sensación de traición doble. Si la persona siente que su pareja le está dejando a un lado, y aparece otra que le hace sentir vivo y deseado de nuevo, se convierte en un infiel en potencia dispuesto a vivir una aventura extrema.

Fisher (1996) manifiesta: Aún cuando la mayoría de los episodios de infidelidad involucran alguna intimidad sexual, debe saberse que un número no despreciable se puede describir mejor como situaciones de infidelidad afectiva, sea porque no incluyen manifestaciones físicas eróticas y/o porque sus factores causales no son de índole estrictamente sexual. Sin embargo, al margen de esta consideración, una infidelidad puede ser un episodio altamente traumático para quien hasta ese momento ha confiado plenamente en su pareja, siendo difícil y a veces imposible la reparación psicoterapéutica. En contra de lo que pudiera suponerse, el/la infiel puede también sufrir un intenso sentimiento de culpa cuando no ha habido premeditación sino la mera conjunción casual de circunstancias favorables para la ocurrencia del hecho. De ocurrir, tal emoción muy destructiva se une a la incapacidad para convencer al otro de que el episodio de infidelidad no compromete lo esencial de su afecto y su compromiso. Esto unido a la frialdad y sinceridad de las personas con carencia afectiva puede hacer que la relación infiel termine y vuelva con su pareja pero jamás volverán a ser los mismos.
 

Nuestro propio cielo (2007) from Roberto Pérez Toledo on Vimeo.